En dos momentos distintos de la historia, dos expediciones van a encontrarse con la misma criatura en lo profundo de la selva: en el siglo XX, unos cineastas que están dispuestos a filmar la película más impresionante de la historia, y en el XVI, durante la campaña de Francisco Pizarro, un grupo de soldados castellanos que va en busca del cadáver robado del último príncipe inca, Atahualpa.